Mi casa es una tumba y yo duermo mucho.
Duermo demasiado.
Mamá me reta para que me levante y grita:
¡Son las doce!,
¡laven los platos, arreglen la cama,
hagan limpieza profunda y los otros, corten el pasto!
y yo duermo para evadir el tiempo
y a veces chateo toda la noche,
y dejo pasar la vida como quien chatea hasta morirse.
De verdad que duermo mucho.
En la cama hay
humedad y poemas y sueños
de amigos virtuales. Y tengo
la boca llena de miedo,
y el miedo se sale por debajo de mi puerta
y toda mi alma tiembla de miedo.
Mis padres
caminan firmes y torpes.
Me pellizco la cara, de pronto,
y no siento la piel.
¡no existe nadie en este cuerpo!
¡este es el único cuerpo del mundo que no existe!
¡he olvidado quien soy y que sigo viviendo!,
Me toco los ojos y las tetas y estoy sucia
y sueño que vivía y que me llamaba Marlene
y que era cierto,
y estaba en La Rioja
y que ese lugar era parecido al infierno
y me visitaban fantasmas que venían del desierto.
Me digo que soy Alejandra
y me digo “ ¡Estás enferma de vida,
de esta única vida real!”
y agarro de nuevo el teléfono y lo aprieto en mi pecho
y escucho la músiquita de los angry birds
y como el cerdito verde ríe
y la risa era como la de papá
cuando venía a mi cama con magnolias
pero en realidad eran pájaros sangrando.
Papá viene como un muerto,
con el olor a Nacarí en la remera de Quintela
y habla mucho,
habla sobre el poder de existir.
Papá ha naufragado.
Mamá me salva a veces
pero no sabe que pasa.
Ella es tan bella en su ruina,
sé de ella cuando duerme
y se parece a mamá cuando yo tenía 4 años
y se pintaba los labios de rosa
y usaba largos vestidos.
Ahora se la pasa mordiendo la rabia
y le jura a un santo de plástico que si lo cambia
ella va a ser mejor persona.
Pero ninguna de las dos cosas pasan
y papá comienza a morirse en las esquinas.
-Marlene Ayala


No hay comentarios.:
Publicar un comentario